Como ya he comentado en el post anterior sobre el arte clásico, la escultura griega alcanza en el período helenístico, una de las cimas más altas en la historia de la escultura y del arte.
Afortunadamente, tuve la suerte de poder apreciar el arte griego en estado puro, y nunca mejor como en Grecia y en el Museo Arqueológico de Olimpia, donde pude disfrutar de las obras cumbres de la escultura clásica y de sus templos.
Pongo estos ejemplos que tomé, como el Hermes con el niño Dionisio, de Praxíteles, una de las piezas maestras del Museo (y del mundo), y el bello retrato de una diosa.
En piezas representativas como la Venus de Milo, podemos encontar reflejados todos los valores de belleza, armonía, equlibrio, que la cultura griega ensalzaba y fueron capaces de desarrollar y plasmas en el arte, con gran maestría. Esta diosa Venus, (Afrodita en griego), se inspiró en la estatua del siglo IV a. C. de Lisipo, la Afrodita de Capua.
Los alumnos más pequeños del Estudio de Elena Garzía, han elaborado sus propias creaciones sobre papel de la escultura de la Venus de Milo y de los retratos de diosas griegas.
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