"Después de Altamira todo es decadencia" Picasso.
La cueva de Altamira es la máxima representación del espíritu creador del hombre. Todas las características esenciales del Arte coinciden en Altamira en grado de excelencia. Las técnicas artísticas (dibujo, pintura, grabado), el tratamiento de la forma y el aprovechamiento del soporte, los grandes formatos y la tridimensionalidad, el naturalismo y la abstracción, el simbolismo, todo está ya en Altamira.
Es Altamira, a quien Henri Moore llamó en 1934 La Real Academia del Arte Rupestre, la que inspiró a los artistas de “La Escuela de Altamira”, a Miró, Tapies, Millares, Merz o a Miquel Barceló, quien escribió de su arte: Cuando visité por primera vez Altamira pensé, ha sido como volver al origen, que es el sitio más fértil. Creer que el arte ha avanzado mucho desde Altamira a Cézanne es una pretensión occidental, vana.
A la cueva de Altamira le corresponde el privilegio de ser el primer lugar en el mundo en el que se identificó la existencia del Arte Rupestre del Paleolítico superior. Su singularidad y calidad, su magnífica conservación y la frescura de sus pigmentos, hicieron que su reconocimiento se postergara un cuarto de siglo.
Bisontes, caballos, ciervos, manos y misteriosos signos fueron pintados o grabados durante los milenios en los que la cueva de Altamira estuvo habitada, entre hace 35.000 y 13.000 años antes del presente. Estas representaciones se extienden por toda la cueva, a lo largo de más de 270 metros, aunque sean las famosas pinturas policromas las más conocidas.
Arte de Altamira
El arte es un patrimonio exclusivo de nuestra especie, Homo sapiens, portadora de capacidades neurobiológicas que hacen posible la creación simbólica.
El conocimiento actual permite asumir que el Arte de Altamira corresponde al mismo marco cronológico que el depósito arqueológico, entre 35.000 y 13.000 años.
La zona derecha del Techo de los Polícromos contiene las más antiguas representaciones: grandes caballos de color rojo, de entre 150 y 180 cm de longitud, una mano en positivo y dos en negativo, y varias series de puntos.
Otras figuras de color negro, dibujadas con carbón, han permitido su datación por Carbono 14 en el Magdaleniense inferior. A este momento corresponden los signos cuadrangulares, y “las máscaras” que son formas naturales de la pared a las que se han añadido ojos o boca, humanizándolas.
El ciervo es la especie más representada, la mayoría son figuras grabadas durante el Magdaleniense inferior, entre 14.800 y 14.400 antes del presente, contemporáneas de los polícromos.
Los 25 grandes polícromos son caballos, bisontes que miden entre 125 y 170 cm de longitud, y la cierva, de más de dos metros. Primero se grabó el contorno y se dibujó a línea negra con carbón; luego se rellenaron con pintura roja o amarillenta. En algunos bisontes se marcó con pintura negra el cambio de coloración de su vientre o se utilizó el lápiz de carbón para detallar el pelo o la joroba. Además, el grabado se utilizó en ojos, cuernos, pelo del cuello, etc.
La calificación de polícromos es inexacta ya que solo se utilizan dos pigmentos: el negro de carbón y óxido de hierro rojo o pardo, aplicados directamente o disueltos en agua. La impresión de policromía viene dada por la incorporación del color de la roca para que rojo y negro no choquen cromáticamente. También los bultos naturales del techo y las grietas se utilizaron para dar volumen o para dibujar el contorno de las figuras.
(Textos extraídos del Museo de Altamira)