Cursos de Bellas Artes, Educación Artística y Patrimonial. Clases y talleres de pintura, dibujo y técnicas artísticas. Guadalajara (España)
lunes, 25 de marzo de 2019
Bodegón del natural en el Estudio
jueves, 14 de marzo de 2019
Pintura mural de grutescos en grisalla
Dibujos de botánica en el Estudio
En la Edad Media la ciencia botánica prácticamente desparece limitándose el estudio del mundo vegetal a la descripción de plantas con valor medicinal. Nace el herbario o tratado de simples, productos salidos de las plantas con valor sanitario.
Los herbarios del periodo manuscrito, como el Macer floridus, se basan en textos clásicos, preferentemente en Dioscórides y Plinio. A partir de los siglos XI y XII se hace más evidente la influencia de textos árabes y bizantinos, sobre todo por la labor difusora que hizo de ellos la Escuela de Salerno, cuya obra más significativa en este campo fue el Circa instans. Recogen también información sobre el mundo vegetal los compendios enciclopédicos, muy utilizados en su tiempo, como los redactados por Alberto Magno o Bartholomaeus Anglicus.
EN EL RENACIMIENTO, la invención de la imprenta introdujo en el herbario un elemento que resultó fundamental para su evolución: la ilustración xilográfica, que va a permitir incluir, junto al texto, una reproducción cada vez más fiel de las plantas descritas. En un primer momento, se imprimen los mismos textos del periodo manuscrito a los que se incorporan xilografías copiadas del mismo original. Pero pronto, en 1484, el impresor alemán Peter Schoeffer inicia la publicación de una serie de herbarios en los que, por primera vez, se incluyen descripciones de plantas del área centroeuropea acompañadas de bellas ilustraciones incunables. Son los conocidos como Herbarius laatinus, Gart der Gesundheit y el Hortus sanitatis.
La renovación de la ciencia botánica se inicia con los trabajos de dos escuelas diferentes, primero en Alemania, con las publicaciones de los botánicos Otto Brunfels, Hieronymus Bock y Leonard fuchs. El avance en la crítica textual de los textos clásicos, llevada a cabo en Italia, permite a estos autores, fundamentándose en ellos, avanzar en el campo de la descripción de la flora centroeuropea. Se incorporan a sus tratados bellísimas ilustraciones que reflejan con fidelidad los especimenes descritos.
En los Países Bajos la investigación botánica se inicia algo más tarde, en 1554, con la publicación de la obra de Rembert Dodoens a la que siguen las de Charles de l’Écluse y Mathias de l’Obel. Sus publicaciones fueron editadas, e incluso promovidas, por dos impresores flamencos: Jan van der Löe y Cristóbal Plantino que además se encargan de adquirir o mandar realizar ex novo una colección impresionante de grabados, un elemento fundamental en sus obras.
A partir de este momento, a principios del siglo XVII, la botánica inicia nuevos caminos que la llevarán a independizarse definitivamente de la medicina y que, en el caso que estudiamos, conducirán a la botánica médica, uno de cuyos tratados más bellos de todos los tiempos es el de Joseph Jacob Plenck, de finales del siglo XVIII. (Biblioteca de la UCM)
Nuestros pequeños alumnos han realizado unos bellos ejemplos de dibujos botánicos de inspiración renacentista:
jueves, 7 de marzo de 2019
Taller de máscaras: botarga de San Blas, Peñalver
“Se trata de un enmascarado cuya actuación se heredaba de padre a hijos y que iba delante del santo a la hora de la procesión. Su misión consiste en acompañar a los miembros del Ayuntamiento y de la Hermandad del Santo, provistos de unos cestillos en los que se depositan uvas frescas, pasas o dinero.
Una vez recorridas las casas del pueblo, asiste a la misa y una vez terminada, en la puerta de la iglesia, ya sin máscara, con la cabeza cubierta con un pañuelo y revestida de una capa castellana, empieza a repartir las pasas, ya bendecidas por el sacerdote, que se usan como medicina para los males de garganta.
Viste la botarga con pantalón y camisa blanca. Del primero cuelgan unas cintas rojas. No lleva gorro y cubre su cara con una máscara de cartón duro, pintada de colores vivos y con un gesto terrorífico. Esta botarga no lleva cencerros a la cintura ni a la espalda. Lleva una cachiporra con la que persigue a los pequeños arrojándola al suelo cuando pasa el gentío para que tropiece con ella.
Además, en esta fiesta los vecinos de Peñalver que se llaman Blas o Blasa, se encargan de dar a todo el que quiere probarlos, pestiños hechos con masa de trigo y abundante miel.”